La economía de la autenticidad: pagar por no ser suplantado
En los últimos meses, plataformas como Facebook, en la que tengo dos cuentas e Instagram han lanzado servicios de suscripción para ofrecer verificación de identidad, insignias azules, atención prioritaria y dicen que mayor protección contra la suplantación de perfiles. En teoría, esto responde a una necesidad real: proteger la identidad digital. En la práctica, es otra forma de monetizar una debilidad estructural de ellos que deberían haber resuelto hace años. Veamos los números del caso de Meta, verificar una cuenta cuesta 200 euros al año (16,99 € al mes si se hace desde la app). Pero la verificación es por red y por cuenta. En mi caso, tengo dos cuentas en Facebook (con nombres distintos) y una en Instagram. Unificarlas no es sencillo, y verificar las 3 implicaría 3 x 200 = 600 euros al año. Y eso, solo para evitar que otros se hagan pasar por mí por las propias deficiencias de Meta.

Pero esto no termina aquí. Si otras plataformas pusieran precios similares a los de Meta y si tuviera que pagar aquellas donde también tengo presencia (Blue sky, Discord, LinkedIn donde tengo dos cuentas, Minds, Patreon, Pinterest, Pixiv, Reddit, Spotify, Telegram, Tiktok, Whatsapp, X, YouTube,...), y en algunas de ellas con dos cuentas, la cifra se dispara: 15 redes x 200 euros = 3.000 euros al año.
La paradoja es brutal, cuanto más activo eres en la red, más visible te vuelves, y por tanto más vulnerable a la suplantación... y más tienes que pagar para proteger tu identidad. Lo que debería ser una garantía mínima de seguridad, que nadie pueda hacerse pasar por ti, se convierte en un lujo anual que tienes que pagar.
La verificación de identidad debería ser interoperable, unificada y sin coste para el usuario común. No deberíamos tener que suscribirnos a cada red solo para no desaparecer entre clones o imitadores. Esto es: no se trata de pagar para destacar o tener más funciones, sino simplemente para que otros no usen tu nombre, tu foto o tu identidad para hacerse pasar por ti. Hemos pasado de una economía de la atención a una economía de la autenticidad: si quieres que sepan que eres tú, paga.
Y lo más preocupante: esto apenas está empezando.